Rubia con lentes follando con el chico que conoció en la calle
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No hay despertar que más me guste que sentir cómo mi marido me dice guarradas al oído esperando que en cualquier momento me gire, le coja la polla y le pida que me la meta bien duro antes de que pueda salir de la cama. Por desgracia este tipo de amaneceres sólo los podemos tener los fines de semana.